01.01.2010
Cariño, no es una carta de despedida. Tú nunca te irás, lo sabes, ¿no?
Aunque si pudiera volver la vista atrás, cinco años atrás...Dar gracias a cada pequeña cosa que me llevo hasta ti y a aquella magia que nos conectó enseguida.
Me encantaría poder contarte otra vez todos los momentos que hemos pasado juntos. Pero luego ocuparía muchas páginas y mi memoria no da para tanto, tampoco...
Me quedo con las noches en la playa hablando y ahogando penas con la luna. Pero siempre con el punto final de tu sonrisa, de oreja a oreja... O aquellas tardes de piscinas y juegos... con las canciones de aquel verano, que se hizo corto!
Y aquellos planes de futuro juntos? Todo sería genial.
O cuando aquella noche que me viniste a buscar a casa y te llevaste un buen golpe de farola... Y lo que ha dado de sí esta anécdota, eh?
O otro año, que me llamaste a la una y media de la madrugada, pidiéndome una cama para dormir, que te habías quedado fuera de la habitación con las llaves dentro! Y el recordarlo...
O aquel encuentro, aquel abrazo después de todo aquello...
Siempre nos hemos dicho adiós y el siguiente verano has vuelto. Esta vez no será la excepción, siempre seguirás aquí. En la misma playa, en la misma arena y entre las mismas olas los mismos abrazos.
Escribo todo esto mientras suena aquella canción que un día me dedicaste y que tanto me hace temblar ahora...
No te olvidaré nunca, Cristian. Te quiero muchísimo y nunca dejaré de hacerlo.
Nunca me has fallado a pesar de la distancia y sé que ahora, aunque estes en el cielo y la distancia sea mayor, tampoco me vas a fallar...
Descansa en paz, grandullón...
TE QUIERO.